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Proverbios 5 - Nueva Biblia Española (1975)


Amonestación contra la impureza

1 Hijo mío, haz caso de mi experiencia, presta oído a mi inteligencia:

2 así conservarás la reflexión y tus labios guardarán el saber.

3 Los labios de la ramera destilan miel, su paladar es más suave que el aceite;

4 pero al final es más amarga que el ajenjo y más cortante que puñal de doble filo;

5 sus pies bajan a la Muerte y sus pasos se dirigen al Abismo;

6 no sigue el camino de la vida, sus sendas se extravían sin que se dé cuenta.

7 Por tanto, hijo, escúchame, no te apartes de mis consejos:

8 aleja de ella tu camino, no te acerques a la puerta de su casa,

9 no des a extraños tu honor ni tus años a gente implacable;

10 no se harten de tu vigor los extraños y de tus sudores la casa del desconocido;

11 gemirás cuando llegue el desenlace y se te consuma la carne del cuerpo;

12 entonces dirás: "¿Por qué aborrecí la corrección y mi corazón despreció la reprimenda?

13 ¿Por qué no hice caso a mis maestros ni presté oído a mis educadores?

14 Por poco no llego al colmo de la desgracia, en medio de la asamblea reunida".

15 Bebe agua de tu aljibe, bebe a chorros de tu pozo;

16 no derrames por la calle tu manantial ni tus acequias por las plazas;

17 sean para ti solo, sin repartirlas con extraños;

18 sea bendita tu fuente, goza con la esposa de tu juventud:

19 cierva querida, gacela hermosa, que siempre te embriaguen sus caricias y continuamente te deleite su amor.

20 Hijo mío, no te deleite la ramera ni estreches el seno de la extraña,

21 porque los caminos humanos están patentes a Dios, él examina todas sus sendas;

22 sus propias culpas enredan al malvado y queda atrapado en los lazos del pecado;

23 muere por falta de corrección, por su enorme insensatez perece.