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Salmos 69 - Nueva Biblia Española (1975)


Un grito de angustia Al músico principal; sobre Lirios. Salmo de David.

1 Dios mío, sálvame, que me llega el agua al cuello:

2 me estoy hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer pie; me he adentrado en aguas hondas, me arrastra la corriente.

3 Estoy agotado de gritar, tengo ronca la garganta; se me nublan los ojos de tanto aguardar a mi Dios.

4 Más que los pelos de mi cabeza son los que me odian sin razón; más duros que mis huesos los que me atacan injustamente. ¿Es que voy a devolver lo que no he robado?

5 Dios mío, tú conoces mi ignorancia, no se te ocultan mis deudas;

6 que por mi causa no queden defraudados los que esperan en ti, Señor de los ejércitos; que por mi causa no se avergüencen los que te buscan, Dios de Israel.

7 Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro.

8 Soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre;

9 porque me devora el celo de tu templo, y las afrentas con que te afrentan recaen sobre mí.

10 Cuando me aflijo con ayunos, se burlan de mí;

11 cuando me visto de sayal, se ríen de mí;

12 sentados a la puerta cuchichean; mientras beben vino me sacan coplas.

13 Pero mi oración se dirige a ti, Dios mío, en el momento propicio; respóndeme por tu gran lealtad, por tu fidelidad que salva;

14 arráncame del cieno, que no me hunda; líbrame de los que me aborrecen y de las aguas sin fondo.

15 Que no me arrastre la corriente, que no me trague el torbellino, que no se cierre la poza sobre mí.

16 Respóndeme, Señor, con tu lealtad insigne, por tu gran compasión vuélvete hacia mí;

17 no escondas tu rostro a tu siervo: estoy en peligro, respóndeme en seguida.

18 Acércate a mí, rescátame, líbrame de mis enemigos:

19 estás viendo mi afrenta, mi vergüenza y mi deshonra, a tu vista están los que me acosan;

20 la afrenta me destroza el corazón y desfallezco. Espero compasión, y no la hay; consoladores, y no los encuentro.

21 En mi comida me echaron veneno, para mi sed me dieron vinagre.

22 Que su mesa se vuelva una trampa, sus manjares un lazo;

23 que sus ojos se nublen y no vean, que su espalda siempre flaquee.

24 Descarga sobre ellos tu furor, que los alcance el incendio de tu ira;

25 que sus terrenos se vuelvan un desierto, que nadie habite en sus tiendas;

26 porque persiguen al que tú has herido, cuentan las llagas del que tú has lacerado.

27 Págales delito a delito, exclúyelos de tu amnistía,

28 sean borrados del registro de los vivos, no sean inscritos con los honrados.

29 Yo soy un pobre malherido, Dios mío, tu acción salvadora sea mi baluarte.

30 Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias;

31 le agradará a Dios más que un toro, más que un novillo con cuernos y pezuñas.

32 Mírenlo, los humildes, y alégrense; los que buscan a Dios, cobren ánimo.

33 Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos;

34 alábenlo el cielo y la tierra, las aguas y cuanto bulle en ellas.

35 Dios salvará a Sión, reconstruirá las ciudades de Judá, y las habitará en posesión.

36 La estirpe de sus siervos la heredará, quienes lo aman vivirán en ella.