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Zacarías 11 - Nueva Biblia Española (1975)


1 Abre tus puertas, Líbano, que el fuego se cebe en tus cedros.

2 Gime, ciprés, que ha caído el cedro, han talado los árboles próceres; giman, encinas de Basan, que ha caído la selva impenetrable.

3 Oigan: gimen los pastores, porque han asolado sus pastos; oigan: rugen los leones, porque han asolado la espesura del Jordán.

Los pastores inútiles

4 Así dice el Señor, mi Dios: Engorda las ovejas para la matanza:

5 los compradores las matan impunemente, los vendedores dicen: "¡Bendito sea Dios!, me hago rico", los pastores no las escatiman.

6 No volveré a perdonar a los habitantes del país -oráculo del Señor- ; entregaré a cada uno en manos de su pastor y de su rey; cuando destruyan el país, no los libraré de sus manos.

7 Entonces yo engordé las ovejas para la matanza, por cuenta dé los tratantes. Tomé dos varas: a una la llamé Belleza, a la otra Concordia, y seguí engordando las ovejas.

8 En un mes eliminé a los tres pastores: ya no los aguantaba ni ellos a mí.

9 Les dije: No quiero seguir pastoreando con ustedes. Si una se muere, que se muera; si una perece, que perezca; las que queden, se comerán unas a otras.

10 Tomé la vara Belleza y la rompí, en señal de que anulaba mi alianza con todas las naciones.

11 Aquel día se anuló, y los tratantes que me vigilaban comprendieron que se trataba de una palabra del Señor.

12 Entonces les dije: Si les parece bien, páguenme el salario; si no, déjenlo. Ellos pesaron mi salario: treinta siclos.

13 Y el Señor me dijo: Échalo en el cepillo. Yo tomé aquella valiosa suma en que me habían valorado y la eché en el cepillo del templo del Señor.

14 Después rompí la segunda vara, Concordia, en señal de que anulaba la hermandad de Judá e Israel.

15 El Señor me ordenó: Procúrate los aperos de un pastor torpe.

16 Porque yo pondré en el país un pastor que descuide a las extraviadas y no busque a las perdidas, que no cure a las heridas ni alimente a las sanas, que se coma las más gordas y les arranque las pezuñas.

17 ¡Ay del pastor torpe que abandona el rebaño! Un puñal contra su brazo, contra su ojo derecho: que se le paralice el brazo, que se le ciegue el ojo derecho.