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2 Samuel 19 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011


David vuelve a Jerusalén

1 Se le informó a Yoav que el rey estaba llorando y haciendo duelo por Avshalom.

2 Y aquel día la victoria se convirtió en duelo para todas las tropas, porque aquel día las tropas oyeron decir que el rey estaba dolido por su hijo.

3 Aquel día las tropas entraron en la ciudad a escondidas, como suelen entrar avergonzados los que han huido de la batalla.

4 El rey se cubrió la cara y siguió gritando en alta voz: “¡Hijo mío Avshalom! ¡Avshalom, hijo mío, hijo mío!

5 Yoav entró en la casa del rey y le dijo: “Hoy usted les ha llenado la cara de vergüenza a todos sus servidores que hoy han salvado su vida y la vida de sus hijos y de sus hijas, la vida de sus mujeres y la vida de sus concubinas;

6 pues usted muestra amor a los que lo aborrecen y desprecio a los que lo aman. Porque ha demostrado hoy que sus oficiales y sus hombres no significan nada para usted. Estoy seguro de que si Avshalom estuviera vivo hoy y todos nosotros estuviésemos muertos, entonces usted estaría contento.

7 Ahora, levántese, salga y aplaque a sus seguidores. Porque juro por Yahweh que si no usted sale, ni un solo hombre quedará con usted esta noche; y esto será para usted un desastre peor que cualquier desastre que le haya sobrevenido desde su juventud hasta ahora”.

8 Entonces el rey se levantó y se sentó a la puerta; y cuando se les anunció a todas las tropas que el rey estaba sentado a la puerta de la ciudad, todas las tropas se presentaron ante el rey. Mientras tanto, los yisraelitas habían huido a sus casa.

9 Todo el pueblo contendía en todas las tribus de Yisrael; unos decían: “El rey nos salvó de las manos de nuestros enemigos y nos libró de las manos de los pelishtinos, pero ahora ha huido del país por causa de Avshalom.

10 Sin embargo, Avshalom, a quien habíamos ungido rey sobre nosotros, ha muerto en la batalla. Ahora pues, ¿por qué están ahí sin hacer nada en vez de hacer volver al rey?”

11 La palabra de todo Yisrael llegó al rey en su casa. Así que el rey Dawid mandó a decir a los sacerdotes Tsadoq y Evyatar: “Háblenles a los ancianos de Yahudah y díganles: ‘¿Por qué van a ser ustedes los últimos en hacer volver al rey a su palacio?

12 ¡Ustedes son mis parientes, hueso mío y carne mía! ¿Por qué van a ser los últimos en hacer volver al rey?’

13 Y díganle a Amasá: ‘Tú eres hueso mío y carne mía. Que Elohim me haga esto más si tú no llegas a ser mi comandante del ejército permanentemente en lugar de Yoav’”.

14 Así [Amasá] se ganó el corazón de todos los yahuditas como el de un solo hombre; y le enviaron a decir al rey: “¡Vuelve con todos tus seguidores!”

15 El rey emprendió el regreso y llegó hasta el Yardén; y los yahuditas fueron a Guilgal para recibir al rey y hacerlo cruzar el Yardén.

16 Shimí hijo de Guerá, el binyaminita de Bajurim, se apresuró a ir con los yahuditas para recibir al rey Dawid,

17 acompañados de mil binyaminitas. También vino Tsivá, criado de la Casa de Shaúl, junto con sus quince hijos y sus veinte esclavos, los cuales se apresuraron a llegar al Yardén delante del rey

18 mientras cruzaban el vado, para ayudar a pasar a la familia del rey, y para hacer lo que él deseara. Shimí hijo de Guerá se postró ante el rey, cuando éste iba a cruzar el Yardén,

19 y le dijo al rey: “Que mi amo no me tenga por culpable, ni se acuerde del mal que hizo su servidor el día en que mi amo el rey salió de Yerushalem; que Su Majestad no lo guarde en su corazón.

20 Porque su servidor reconoce que ha pecado; por eso he venido hoy, el primero de toda la Casa de Yosef para bajar al encuentro de mi amo el rey”.

21 Entonces intervino Avishay, hijo de Tseruyah, y dijo: “¿No debería morir Shimí por eso –por maldecir al ungido de Yahweh?”

22 Pero Dawid dijo: “¿Qué tiene esto que ver con ustedes, hijos de Tseruyah, para que ustedes me crucen hoy? ¿Habrá de morir hoy un solo yisraelita? ¿No sé yo que hoy soy otra vez rey sobre Yisrael?”

23 Entonces el rey le dijo a Shimí: “No morirás”; y el rey le dio su palabra.

24 Mefivóshet, el nieto de Shaúl, bajó también al encuentro del rey. No se había arreglado la uñas de los pies, ni recortado su bigote, ni lavado su ropa desde el día en que el rey se fue hasta el día en que volvió en paz.

25 Cuando él vino [desde] Yerushalem al encuentro del rey, el rey le preguntó: “Mefivóshet, ¿por qué no fuiste conmigo?”

26 Él respondió: “Oh mi amo el rey, mi propio servidor me engañó. Su servidor planeaba aparejar el asno y montarlo para ir con Su Majestad porque su servidor es lisiado.

27 [Tsivá] ha calumniado a su servidor ante mi amo el rey. Pero mi amo el rey es como un mensajero de ha"Elohim; haga usted lo que le parezca bien.

28 Porque todos los miembros de la familia de mi padre merecían sólo la muerte delante de mi amo el rey; sin embargo, usted ha puesto a su servidor entre los que comen a su mesa. ¿Qué derecho tengo yo de volver a apelar a Su Majestad?”

29 El rey le dijo: “¿No tienes que hablar más del asunto? Yo decreto que tú y Tsivá se dividan la propiedad”.

30 Y Mefivóshet le dijo al rey: “¡Que él se quede con todo, ya que mi amo el rey ha vuelto a salvo a su casa!”

31 Barzilay el guiladita había bajado de Roglim y cruzó el Yardén con el rey, para despedirse de él en el Yardén.

32 Barzilay era muy anciano, tenía ochenta años; y le había provisto comida al rey durante su estadía en Majanáyim, porque era un hombre muy rico.

33 El rey le dijo a Barzilay: “Cruza conmigo; yo te sustentaré junto a mí en Yerushalem”.

34 Pero Barzilay le dijo al rey: “¿Cuántos años me quedarán de vida, para que yo suba con Su Majestad a Yerushalem?

35 Ya tengo ochenta años; ¿podré distinguir entre lo bueno y lo malo? ¿Podrá saborear su servidor lo que coma o beba? ¿Podré todavía oír la voz de los hombres y de las mujeres que cantan? ¿Para qué ha de ser su servidor una carga más para mi amo el rey?

36 ¡Su servidor apenas puede cruzar el Yardén con Su Majestad! ¿Por qué habría de recompensarme Su Majestad tan generosamente?

37 Por favor, deje que su servidor vuelva y muera en mi ciudad, junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Pero ahí tiene usted a su servidor Kimham; que pase él con mi amo el rey, y haga usted por él lo que le parezca bien”.

38 Y el rey dijo: “Kimham cruzará conmigo, y yo haré por él lo que te parezca bien; cualquier cosa que tú me pidas, la haré por ti”.

39 Todas las tropas cruzaron el Yardén; y cuando el rey estaba listo para cruzar, el rey besó a Barzilay y lo bendijo; y [Barzilay] regresó a su casa.

40 El rey prosiguió a Guilgal, y Kimhán lo acompañó; y todos los soldados yahuditas y parte del ejército yisraelita escoltaron al rey.

41 Entonces todos los hombres de Yisrael vinieron al rey y le preguntaron: “¿Por qué lo raptaron nuestros hermanos, los hombres de Yahudah, y han hecho cruzar el Yardén al rey y a su familia, junto con todos los hombres de Dawid?”

42 Todos los hombres de Yahudah respondieron a los hombres de Yisrael: “¡Porque el rey es nuestro pariente! ¿Por qué tienen que enojarse ustedes por eso? ¿Acaso hemos comido a costa del rey, o nos ha dado obsequios?”

43 Pero los hombres de Yisrael respondieron a los de Yahudah: “Nosotros tenemos en el rey diez partes, y más derecho sobre Dawid que ustedes. ¿Por qué, entonces, nos han tenido en poco? ¿Acaso no fuimos nosotros los primeros en proponer que se hiciera volver a nuestro rey?” Pero las palabras de los hombres de Yahudah prevalecieron sobre las palabras de los hombres de Yisrael.