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Apocalipsis 9 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011


1 El quintomensajero tocó la trompeta. Y vi que una estrella había caído del cielo a la tierra, y se le dio la llave del pozo del abismo.

2 Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como el humo de un gran horno; y se oscureció el sol y también el aire por el humo del pozo.

3 Y del humo salieron langostas sobre la tierra, y se les dio poder como el poder que tienen los escorpiones de la tierra.

4 Y se les dijo que no hicieran daño a la hierba de la tierra ni a ninguna cosa verde, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tienen el sello de Elohim en sus frentes.

5 Se les mandó que no los mataran, sino que los atormentaran por cinco meses. Su tormento era como el tormento del escorpión cuando pica al hombre.

6 En esos días los hombres buscarán la muerte, pero de ninguna manera la hallarán. Anhelarán morir, y la muerte huirá de ellos.

7 El aspecto de las langostas era semejante a caballos equipados para la guerra. Sobre sus cabezas tenían como coronas, semejantes al oro, y sus caras eran como caras de hombres.

8 Tenían cabello como cabello de mujeres, y sus dientes eran como dientes de leones.

9 Tenían corazas como corazas de hierro. El estruendo de sus alas era como el ruido de carros que con muchos caballos corren a la batalla.

10 Tienen colas semejantes a las de los escorpiones, y aguijones. Y en sus colas está su poder para hacer daño a los hombres durante cinco meses.

11 Tienen sobre sí un rey, el mensajero del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego tiene por nombre Apolión Destructor.

12 El primer ay ha pasado. ¡Vienen aún dos ayes después de este!

13 El sextomensajero tocó la trompeta. Y oí una voz que salía de los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Yahweh,

14 diciendo al sexto mensajero que tenía la trompeta: “Desata a los cuatro mensajeros que han estado atados junto al gran río Perat”.

15 Desataron a los cuatro mensajeros que habían estado preparados para la hora y día y mes y año, para que mataran a la tercera parte de los hombres.

16 El número de los soldados de a caballo era de dos miríadas de miríadas; yo escuché el número de ellos.

17 Y de esta manera, vi en la visión los caballos y a los que cabalgaban en ellos, que tenían corazas color de fuego, de jacinto y de azufre. Las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones; y de sus bocas salía fuego, humo y azufre.

18 La tercera parte de los hombres fueron muertos por estas tres plagas: por el fuego, el humo y el azufre que salían de la boca de ellos.

19 Pues el poder de los caballos está en sus bocas y en sus colas. Porque sus colas son semejantes a serpientes, y tienen cabezas con las cuales hieren.

20 Los demás hombres que no fueron muertos con estas plagas ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, para dejar de adorar a los demonios y a las imágenes de oro, y de plata, y de bronce, y de piedra, y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni caminar.

21 Tampoco se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus robos.