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Daniel 4 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011


La locura de Nabucodonosor

1 [3:31] “El rey Nevukhadnetsar, a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: Que tengan mucha paz.

2 [3:32] Me ha parecido bien declarar las señales y milagros que el Elahá Ilayá Poderoso Supremo ha hecho para conmigo.

3 [3:33] ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán prodigiosos sus milagros! Su reino es un reino eterno, y su dominio de generación en generación.

4 [4:1] Yo, Nevukhadnetsar, estaba tranquilo en mi casa y próspero en mi palacio.

5 [4:2] Entonces tuve un sueño que me espantó, y las fantasías sobre mi cama y las visiones de mi cabeza me turbaron.

6 [4:3] Por esto di un decreto para traer a mi presencia a todos los sabios de Bavel, para que me dieran a conocer la interpretación del sueño.

7 [4:4] Entonces vinieron los sabios, los encantadores, los kasditas y los adivinos, y yo conté el sueño delante de ellos, pero no me dieron a conocer su interpretación.

8 [4:5] Al final entró delante de mí Daniyel (cuyo nombre es Belteshatsar, como el nombre de mi Elahá), en quien hay espíritu del Elahín qadishín Poderoso santo. Yo conté el sueño delante de él, diciendo:

9 [4:6] Belteshatsar, jefe de los sabios, como entiendo que en ti hay espíritu del Elahín qadisín Poderoso santo, y que ningún misterio está escondido de ti, dime las visiones del sueño que he tenido y su interpretación.

10 [4:7] Estas son las visiones de mi cabeza en mi cama: Yo miraba, y vi un árbol en medio de la tierra, cuya altura era grande.

11 [4:8] Este árbol crecía y se hacía fuerte; su altura llegaba hasta el cielo, y era visible hasta los confines de toda la tierra.

12 [4:9] Su follaje era hermoso, y su fruto abundante. En él había sustento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra los animales del campo, y en sus ramas habitaban las aves del cielo. Todo mortal se sustentaba de él.

13 [4:10] Estando en mi cama miraba las visiones de mi cabeza, y vi que un vigilante santo, descendía del cielo.

14 [4:11] El proclamaba con gran voz y decía así: “¡Derriben el árbol y corten sus ramas; quiten su follaje y desparramen su fruto! ¡Huyan los animales que están debajo de él, y las aves de sus ramas!

15 [4:12] Pero dejen el tronco de sus raíces en la tierra, con atadura de hierro y de bronce, entre el pasto del campo. Que se moje con el rocío del cielo y que con los animales tenga su parte entre la hierba de la tierra.

16 [4:13] Que se cambie su mente de hombre; se le dé una mente de animal, y pasen sobre él siete tiempos”.

17 [4:14] La sentencia fue por decreto de los vigilantes, la decisión por la palabra de los santos, para que los vivientes reconozcan que Ilayá el Supremo es Soberano del reino de los hombres, que lo da a quien quiere y que constituye sobre él al más humilde de los hombres.

18 [4:15] Yo, el rey Nevukhadnetsar, he tenido este sueño. Tú, pues, Belteshatsar, di la interpretación, puesto que todos los sabios de mi reino no han podido darme a conocer su interpretación. Pero tú sí puedes, porque el espíritu del Elahín santo está en ti”.

19 [4:16] Entonces Daniyel, cuyo nombre era Belteshatsar, quedó atónito por un momento, y sus pensamientos lo turbaban. El rey habló y dijo: “Belteshatsar, no te turben el sueño ni su interpretación”. Y Belteshatsar respondió y dijo: “¡Oh Su Majestad, que el sueño sea para tus enemigos, y su interpretación para tus adversarios!

20 [4:17] El árbol que viste (que crecía y se hacía fuerte, y cuya altura llegaba hasta el cielo y que era visible a toda la tierra;

21 [4:18] cuyo follaje era hermoso y su fruto abundante, de modo que en él había sustento para todos; debajo del cual habitaban los animales del campo y en cuyas ramas tenían su morada las aves del cielo)

22 [4:19] eres tú mismo, oh rey, que has crecido y te has hecho fuerte. Tu grandeza ha crecido y ha llegado hasta el cielo, y tu dominio hasta los confines de la tierra.

23 [4:20] En cuanto a lo que vio el rey (un vigilante santo que descendía del cielo y decía: “¡Derriben el árbol y destrúyanlo; pero dejen el tronco de sus raíces en la tierra, con atadura de hierro y de bronce, entre el pasto del campo. Que se moje con el rocío del cielo y que con los animales del campo tenga su parte, hasta que pasen sobre él siete tiempos”),

24 [4:21] ésta es, oh rey, la interpretación: Es un decreto de Ilayá el Supremo que ha caído sobre mi amo el rey.

25 [4:22] A ti te echarán de entre los hombres, y junto con los animales del campo estará tu morada. Te darán de comer hierba, como a los bueyes, y te mojarás con el rocío del cielo. Siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que Ilayá el Supremo es Soberano del reino de los hombres y que lo da a quien quiere.

26 [4:23] Y lo que dijeron, que dejaran en la tierra el tronco de las raíces del árbol, significa que tu reino continuará firme después que tú reconozcas que el dominio es del cielo.

27 [4:24] Por tanto, oh rey, que te sea grato mi consejo, y rompe con tus pecados mediante la práctica de la justicia, y con tus maldades mediante obras de misericordia para con los pobres. Tal vez esto resulte en la prolongación de tu tranquilidad”.

28 [4:25] Todo aquello le sobrevino al rey Nevukhadnetsar.

29 [4:26] Al final de doce meses, mientras se paseaba sobre la terraza del palacio real de Bavel,

30 [4:27] dijo el rey: “¿No es ésta la gran Bavel que yo edifiqué como residencia real, con la fuerza de mi poder y para la gloria de mi majestad?”

31 [4:28] Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando bajó una voz del cielo: “A ti se te dice, oh rey Nevukhadnetsar, que el reino se te ha quitado.

32 [4:29] Te echarán de entre los hombres, y junto con los animales del campo será tu morada. Te darán de comer hierba como a los bueyes. Siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Ilayá el Supremo es Soberano del reino de los hombres y que lo da a quien quiere”.

33 [4:30] En la misma hora se cumplió la palabra acerca de Nevukhadnetsar, y lo echaron de entre los hombres. Comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águilas y sus uñas como las de las aves.

34 [4:31] “Pero al cabo de los días, yo, Nevukhadnetsar, alcé mis ojos al cielo; y me se me devolvió la razón. Entonces bendije al Ilayá el Supremo; alabé y glorifiqué al que vive para siempre. Porque su dominio es eterno, y su reino de generación en generación.

35 [4:32] Todos los habitantes de la tierra se consideran como nada. Él hace según su voluntad con el ejército del cielo y con los habitantes de la tierra. No hay quien detenga su mano ni quien le diga: ‘¿Qué haces?’

36 [4:33] En el mismo tiempo se me devolvió la razón, y mi dignidad y mi esplendor volvieron a mí para gloria de mi reino. Mis altos oficiales y mis nobles me buscaron. Yo quedé restituido a mi reino, y se me añadió aun mayor grandeza.

37 [4:34] Ahora, yo, Nevukhadnetsar, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdad y sus caminos son justicia. Él puede humillar a los que se portan con arrogancia”.