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Deuteronomio 32 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011


1 Presten oídos, oh cielos, déjenme hablar; ¡que la tierra oiga las palabras que declaro!

2 Que descienda mi discurso como la lluvia, destile mi habla como el rocío, como aguaceros sobre renuevos, como gotitas en la hierba.

3 Porque el nombre de Yahweh proclamo; ¡den gloria a nuestro Elohim!

4 ¡La Roca! –sus obras son perfectas, sí, todos sus caminos son justos; un Elohim fiel, nunca falso, verdadero y recto es él.

5 Hijos indignos de él –aquella generación torcida, perversa– su bajeza le ha jugado sucio.

6 ¿Así le pagan a Yahweh, pueblo embotado y tonto? ¿No es él el Padre que te creó, que te formó y te afirmó?

7 Recuerda los días de antaño, considera los años de épocas pasadas; pregúntale a tu padre, él te informará; a tus ancianos, ellos te contarán:

8 Cuando el Altísimo le dio a las naciones su hogar y estableció las divisiones del hombre, fijó los límites de los pueblos en relación con los números de Yisrael.

9 Porque la porción de Yahweh es su pueblo, Yaaqov la heredad que le tocó.

10 Él lo halló en una región desértica, en un baldío aullante y vacío. Lo rodeó, lo vigiló, lo guardó como a la niña de sus ojos.

11 Como el águila que ronda su nido, revolotea sobre sus polluelos, así extendió él sus alas, lo tomó, lo llevó sobre sus plumas;

12 Yahweh solo los guió, sin ninguna deidad extranjera a su lado.

13 Lo puso en la cumbre de las alturas, para que festejara con los frutos de la tierra; lo alimentó con miel del panal, y con aceite de la dura roca,

14 Mantequilla de la manada y leche de los rebaños; con lo mejor de los corderos, y de los carneros y de los chivos; con el más excelente trigo –y la espumosa sangre de uva fue su bebida.

15 Así Yeshurún engordó y pateó –se puso grueso y cebado y ordinario– abandonó al Elohim que lo hizo y menospreció a la Roca de apoyo.

16 Lo disgustaron con cosas extranjeras, lo enojaron con abominaciones.

17 Sacrificaron a demonios, que no son divinos, a deidades que nunca habían conocido, nuevas, que vinieron recientemente, que no inspiraron el respeto de sus padres.

18 Descuidaste a la Roca que te engendró, olvidaste al Elohim que te produjo.

19 Yahweh lo vio y se enojó y despreció a Sus hijos y a Sus hijas.

20 Dijo: Ocultaré mi rostro de ellos, y veré cómo les va al final. Porque son una raza traidora, hijos sin ninguna lealtad.

21 Me disgustaron con no-deidades, me enojaron con sus vanidades; yo los disgustaré con un no-pueblo, los enojaré con una nación de necios.

22 Porque un fuego se ha encendido en mi ira y ha quemado hasta el fondo de la Fosa, ha consumido la tierra y su producto, ha devorado hasta la base de las colinas.

23 Les echaré encima desgracias, usaré mis flechas contra ellos:

24 Hambre agotadora, plaga devastadora, pestilencia mortal, y bestias colmilludas soltaré contra ellos, con serpientes venenosas por la tierra.

25 La espada sembrará muerte afuera, y el terror adentro, al joven y a la muchacha por igual, al lactante así como al anciano.

26 Yo pude haberlos reducido a la nada, haber hecho cesar su recuerdo entre los hombres,

27 de no haber sido por el temor a la provocación del adversario, sus enemigos que podían juzgar mal y decir: “¡Nuestra mano fue la que prevaleció; nada de esto lo hizo Yahweh!”

28 Porque son un pueblo desprovisto de sensatez, carente de todo discernimiento.

29 Si fueran sabios, pensarían en esto, obtendrían discernimiento de su futuro:

30 “¿Cómo podría uno perseguir a mil, o dos hacer huir a diez mil, a menos que su Roca los haya vendido, que Yahweh los haya entregado?”

31 Porque la roca de ellos no es como nuestra Roca, en la propia estima de nuestros enemigos.

32 ¡Ah! La vid de ellos viene de Sedom, de las viñas de Amorah; las uvas de ellos son veneno, un fruto amargo sus racimos.

33 Su vino es veneno de víboras, la implacable ponsoña de serpientes.

34 Mira, yo tengo todo eso guardado, trancado en mis almacenes,

35 para que sea mi venganza y mi recompensa, en el tiempo cuando falle el pie de ellos. Sí, el día de su desastre está cerca, y el destino se apresura sobre ellos.

36 Porque Yahweh vindicará a su pueblo y se vengará por sus servidores, cuando vea que se les van las fuerzas, y que no queda ni esclavo ni libre.

37 Él dirá: “¿Dónde están sus deidades, la roca en la que buscaban refugio,

38 que se comía la grasa de sus ofrendas y se bebía su vino de libación? ¡Que se levanten en su ayuda y que sean un escudo para ustedes!

39 Miren pues que yo, yo soy él; no hay ningún elohim a mi lado. Yo causo la muerte y doy la vida; yo herí y yo curaré: nadie puede librar de mi mano.

40 Miren, yo alzo mi mano al cielo y digo: Como que yo vivo para siempre,

41 cuando afile mi candente espada y mi mano se aferre al juicio, con venganza les pagaré a mis enemigos, les retribuiré a los que me rechazan.

42 Embriagaré con sangre mis flechas –mientras mi espada devora carne– sangre de los matados y de los cautivos de los jefes enemigos melenudos.

43 ¡Oh naciones, aclamen a Su pueblo! Porque él vengará la sangre de sus servidores, pagará con venganza a sus adversarios, y limpiará la tierra de su pueblo.

44 Vino Mosheh, junto con Hoshea hijo de Nun, y recitó todas las palabras de este poema a oídos del pueblo.

45 Y cuando Mosheh terminó de recitarle todas estas palabras a todo Yisrael,

46 les dijo: “Apliquen su mente a todas las palabras con las que les he advertido hoy. Ordénenselas a sus hijos, para que observen fielmente todos los términos de esta Torah.

47 Porque esto no es algo trivial para ustedes: es su propia vida; mediante esto ustedes durarán mucho en la tierra que van a poseer al cruzar el Yardén”.

Se le permite a Moisés contemplar la tierra de Canaán

48 Ese mismo día Yahweh le habló a Mosheh:

49 Sube a estas alturas del Abarim hacia el Monte Nebó, que está en la tierra de Moav frente a Yerikhó, y contempla la tierra de Kenaan, que les estoy dando a los yisraelitas como su propiedad.

50 Tú morirás en la montaña que vas a subir, y te reunirás con tu parentela, como murió tu hermano Aharón en el Monte Hor y se reunió con su parentela;

51 porque ustedes dos me faltaron entre el pueblo yisraelita, en las aguas de Meribah Qadesh en el desierto de Tsin, al fallar en sostener mi santidad entre el pueblo yisraelita.

52 Tú contemplarás mi tierra, pero no entrarás en ella –la tierra que le estoy dando al pueblo yisraelita.