Hechos 12:8-10

8 Entonces le dijo el mensajero: “Cíñete y amárrate las sandalias”. Y así lo hizo. Luego le dijo: “Envuélvete en tu manto y sígueme”.

9 Y después de salir, lo seguía sin comprender que lo que hacía el mensajero era realidad; más bien, le parecía que veía una visión.

10 Cuando habían pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma. Después de salir, avanzaron por una calle, y de repente el mensajero se apartó de él.