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Mateo 18 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011


¿Quién es el mayor?

1 En aquel momento los discípulos se acercaron a Yahoshúa y le preguntaron: “¿Quién es el más importante en el reino del Cielo?”

2 Yahoshúa llamó a un niño, lo puso en medio de ellos

3 y dijo: “En verdad les digo que si ustedes no se vuelven y se hacen como los niños, jamás entrarán en el reino del Cielo.

4 Así que, cualquiera que se haga humilde como este niño, ése es el más importante en el reino del Cielo.

5 Y cualquiera que en mi nombre reciba a un niño como éste, a mí me recibe.

Ocasiones de caer

6 Y a cualquiera que ofenda a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que le ataran al cuello una piedra grande de molino y que lo hundieran en lo profundo del mar.

7 “¡Pobre del mundo por las ofensas! Es inevitable que haya ofensas, pero ¡ay del hombre que las ocasione!

8 Por tanto, si tu mano o tu pie te hace ofender, córtalo y échalo de ti. Te conviene más entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ir a parar al fuego eterno.

9 Y si tu ojo te hace ofender, sácalo y échalo de ti. Te conviene más entrar en la vida con un solo ojo que, teniendo dos ojos, ir a parar al fuego del Crematorio.

Parábola de la oveja perdida

10 “Miren, no desprecien a ninguno de estos pequeños, porque les digo que sus mensajeros en el cielo siempre ven el rostro de mi Padre que está en el cielo.

11 [Porque el Hijo del Hombre vino a salvar lo que se había perdido].*

12 ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le extravía una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en las montañas y se va a buscar la descarriada?

13 Y si sucede que la encuentra, en verdad les digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron.

14 Así también, es la voluntad de su Padre que está en el cielo que no se pierda ni uno de estos pequeños.

Cómo se debe perdonar al hermano

15 “Por tanto, si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo –pero privadamente, sólo entre tú y él. Si te hace caso, habrás ganado a tu hermano.

16 Pero si no te hace caso, lleva contigo a uno o dos más, para que todo asunto conste según la boca de dos o tres testigos.

17 Si no les hace caso a ellos, dilo a la congregación; y si no le hace caso a la congregación, considéralo como un gentil y publicano.

18 En verdad les digo que todo lo que ustedes prohíban en la tierra habrá sido prohibido en el cielo, y todo lo que permitan en la tierra habrá sido permitido en el cielo”.

19 “Otra vez les digo que, si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, se la concederá mi Padre que está en el cielo.

20 Porque donde dos o tres están congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.

21 Entonces Kefá se le acercó y le preguntó: “Maestro, ¿cuántas veces que mi hermano peque contra mí debo perdonarlo? ¿Hasta siete veces?”

22 Yahoshúa le dijo: “No te digo que hasta siete, sino hasta setenta veces siete”.

Los dos deudores

23 “Por eso el reino del Cielo se parece a cierto rey, que quiso ajustar cuentas con sus sirvientes.

24 Y cuando comenzó a ajustar cuentas, le trajeron a uno que le debía varios millones.

25 Como él no tenía con qué pagar, su amo ordenó que lo vendieran, junto con su esposa, sus hijos y todo lo que tenía, para que se le pagara.

26 Entonces el sirviente cayó postrado delante de él y le suplicó: ‘Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo’.

27 El amo de aquel sirviente, lleno de compasión, lo soltó y le perdonó la deuda.

28 Sin embargo, cuando aquel sirviente salió se encontró con uno de sus compañeros de servicio que le debía cien denarios, y lo agarró, y casi lo ahogaba diciendo: “Págame lo que me debes”.

29 Entonces su compañero de servicio se le arrodilló delante, y le rogaba: ‘¡Ten paciencia conmigo, y yo te pagaré’.

30 Pero él no quiso, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara lo que le debía.

31 Así que, cuando sus compañeros de servicio vieron lo que había sucedido, se entristecieron mucho; y fueron y le contaron a su amo todo lo que había sucedido.

32 “Entonces su amo lo llamó y le dijo: ‘¡Sirviente malvado! Yo te perdoné toda aquella deuda porque me rogaste.

33 ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero de servicio, así como también yo tuve compasión de ti?’

34 Y su amo, furioso, lo entregó a los verdugos hasta que le pagara todo lo que le debía.

35 Así también hará con ustedes mi Padre celestial, si cada uno no perdona de corazón a su hermano”.