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Marcos 5 - Biblia Martin Nieto


El endemoniado gadareno

1 Llegaron a la orilla opuesta, a la región de los gerasenos;

2 y, al desembarcar, le salió al encuentro, del cementerio, un hombre poseído de espíritu impuro,

3 que vivía en el cementerio y al que nadie podía sujetar ni siquiera con cadenas,

4 pues muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos y nadie podía sujetarlo.

5 Se pasaba el día y la noche entre los sepulcros y en los montes gritando y golpeándose con piedras.

6 Al ver desde lejos a Jesús, corrió, se postró ante él

7 y empezó a gritar: "Déjame en paz, Jesús, hijo del Dios altísimo. ¡Te conjuro por Dios que no me atormentes!".

8 Es que Jesús le había ordenado: "¡Espíritu impuro, sal de ese hombre!".

9 Jesús le preguntó: "¿Cómo te llamas?". Él contestó: "Me llamo legión, pues somos muchos".

10 Y se puso a rogarle insistentemente que no lo echara de aquella región.

11 Había por allí, en la ladera del monte, una gran piara de cerdos paciendo.

12 Los espíritus impuros pidieron a Jesús: "Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos".

13 Y se lo permitió. Ellos salieron, se metieron en los cerdos; y la piara, de unos dos mil cerdos, se lanzó al lago por un precipicio y se ahogaron.

14 Los porqueros huyeron y lo contaron en el pueblo y en los caseríos. La gente fue a ver lo que había sucedido.

15 Al llegar a Jesús y ver sentado, vestido y en su sano juicio al endemoniado que había tenido la legión, se llenaron de miedo.

16 Los que lo habían visto contaban lo ocurrido con el endemoniado y con los cerdos.

17 Entonces rogaron a Jesús que se fuera de allí.

18 Al subir a la barca Jesús, el endemoniado le pidió que le dejara ir con él.

19 Jesús no le dejó, sino que le dijo: "Vete a tu casa con los tuyos y cuéntales todo lo que el Señor, compadecido de ti, ha hecho contigo".

20 Él se fue y comenzó a publicar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; y todos se admiraban.

La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús

21 Cuando Jesús regresó en barca a la otra orilla, se reunió con él mucha gente, y se quedó junto al lago.

22 Llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y, al ver a Jesús, se echó a sus pies

23 rogándole con insistencia: "Mi hijita se está muriendo; ven a poner tus manos sobre ella para que se cure y viva".

24 Jesús fue con él. Lo seguía mucha gente, que lo apretujaba.

25 Y una mujer que padecía hemorragias desde hacía doce años,

26 que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado toda su fortuna sin obtener ninguna mejoría, e incluso había empeorado,

27 al oír hablar de Jesús, se acercó a él por detrás entre la gente y le tocó el manto,

28 pues se decía: "Con sólo tocar sus vestidos, me curo".

29 Inmediatamente, la fuente de las hemorragias se secó y sintió que su cuerpo estaba curado de la enfermedad.

30 Jesús, al sentir que había salido de él aquella fuerza, se volvió a la gente y dijo: "¿Quién me ha tocado?".

31 Sus discípulos le contestaron: "Ves que la multitud te apretuja, ¿y dices que quién te ha tocado?".

32 Él seguía mirando alrededor para ver a la que lo había hecho.

33 Entonces la mujer, que sabía lo que había ocurrido en ella, se acercó asustada y temblorosa, se postró ante Jesús y le dijo toda la verdad.

34 Él dijo a la mujer: "Hija, tu fe te ha curado; vete en paz, libre ya de tu enfermedad".

35 Todavía estaba hablando, cuando llegaron algunos de casa del jefe de la sinagoga diciendo: "Tu hija ha muerto. No molestes ya al maestro".

36 Pero Jesús, sin hacer caso de ellos, dijo al jefe de la sinagoga: "No tengas miedo; tú ten fe, y basta".

37 Y no dejó que le acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.

38 Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, Jesús vio el alboroto y a la gente que no dejaba de llorar y gritar.

39 Entró y dijo: "¿Por qué lloráis y alborotáis así? La niña no está muerta, está dormida".

40 Y se reían de él. Jesús echó a todos fuera; se quedó sólo con los padres de la niña y los que habían ido con él, y entró donde estaba la niña.

41 La agarró de la mano y le dijo: "Talitha kumi", que significa: "Muchacha, yo te digo: ¡Levántate!".

42 Inmediatamente la niña se levantó y echó a andar, pues tenía doce años.

43 La gente se quedó asombrada. Y Jesús les recomendó vivamente que nadie se enterara. Luego mandó que diesen de comer a la niña.