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1 Tesalonicenses 4 - Biblia Universidad de Jerusalem


La vida que agrada a Dios

1 Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Yeshúa a que viváis como conviene que viváis para agradar a Di-s, según aprendisteis de nosotros, y a que progreséis más.

2 Sabéis, en efecto, las instrucciones que os dimos de parte del Señor Yeshúa.

3 Porque esta es la voluntad de Di-s: vuestra santificación; que os alejéis de la fornicación,

4 que cada uno de vosotros sepa poseer su cuerpo con santidad y honor,

5 y no dominado por la pasión, como hacen = los gentiles que no conocen a Di-s. =

6 Que nadie falte a su hermano ni se aproveche de él en este punto, pues el Señor = se vengará = de todo esto, como os lo dijimos ya y lo atestiguamos,

7 pues no nos llamó Di-s a la impureza, sino a la santidad.

8 Así pues, el que esto deprecia, no desprecia a un hombre, sino a Di-s, = que os hace don de su Espíritu = Santo.

9 En cuanto al amor mutuo, no necesitáis que os escriba, ya que vosotros habéis sido instruidos por Di-s para amaros mutuamente.

10 Y lo practicáis bien con los hermanos de toda Macedonia. Pero os exhortamos, hermanos, a que continuéis practicándolo más y más,

11 y a que ambicionéis vivir en tranquilidad, ocupándoos en vuestros asuntos, y trabajando con vuestras manos, como os lo tenemos ordenado,

12 a fin de que viváis dignamente ante los de fuera, y no necesitéis de nadie.

La venida del Señor

13 Hermanos, no queremos que estéis en la ignorancia respecto de los muertos, para que no os entristezcáis como los demás, que no tienen esperanza.

14 Porque si creemos que Yeshúa murió y que resucitó, de la misma manera Di-s llevará consigo a quienes murieron en Yeshúa.

15 Os decimos eso como Palabra des Señor: Nosotros, los que vivamos, los que quedemos hasta la Venida del Señor no nos adelantaremos a los que murieron.

16 El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la trompeta de Di-s, bajará del cielo, y los que murieron en Mesias resucitarán en primer lugar.

17 Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires. Y así estaremos siempre con el Señor.

18 Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.