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Nehemías 1 - Biblia Reina Valera Independiente 2012 RVI


Oración de Nehemías sobre Jerusalén

1 Palabras de Nehemías hijo de Hacalías. Sucedió en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en Susa, capital del reino,

2 que vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones de Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén.

3 Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego.

4 Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos.

5 Y dije: «Te ruego,»* oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto [alianza, convenio, acuerdo] y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos;

6 esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu esclavo [siervo, sirviente], que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus esclavos [siervos, sirvientes]; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado.

7 En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo.

8 Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu esclavo [siervo, sirviente], diciendo: Si ustedes pecaren, yo les dispersaré por los pueblos;

9 pero si se volvieren a mí, y cumplieren [guardaren, conservaren] mis mandamientos, y los pusieren por obra, aunque su [de ustedes] dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí les recogeré, y les traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre.

10 Ellos, pues, son tus esclavos [siervos, sirvientes] y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran poder, y con tu mano poderosa.

11 «Te ruego,»* oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu esclavo [siervo, sirviente], y a la oración de tus esclavos [siervos, sirvientes], quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu esclavo [siervo, sirviente], y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey.