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1 Pedro 1 - Nueva Biblia Española (1975)


Salutación

1 Pedro, apóstol de Jesús Mesías, a los emigrantes dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia:

2 a los elegidos por medio de la consagración con el Espíritu, conforme al proyecto de Dios Padre, para obedecer a Jesús Mesías y recibir la aspersión de su sangre. Les deseo gracia y paz creciente.

Una esperanza viva

3 ¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesús Mesías! Por su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo, para la viva esperanza que nos dio resucitando de la muerte a Jesús Mesías;

4 para la herencia que no decae, ni se mancha, ni se marchita,

5 reservada en el cielo para ustedes, que, gracias a la fe, están custodiados por la fuerza de Dios; para la salvación dispuesta a revelarse en el momento final.

6 Por eso saltan de gozo, si hace falta ahora sufrir por algún tiempo diversas pruebas;

7 de esa manera los quilates de su fe resultan más preciosos que el oro perecedero que, sin embargo, se aquilata a fuego y alcanzará premio, gloria y honor cuando se revele Jesús Mesías.

8 Ustedes no lo vieron, pero lo aman; ahora, creyendo en él sin verlo, sienten un gozo indecible, radiantes de alegría,

9 porque obtienen el resultado de su fe, la salvación personal.

10 Por esta salvación empezaron a interesarse y a investigar ciertos profetas" que habían predicho la gracia destinada a ustedes.

11 El Espíritu de Cristo que estaba en ellos les declaraba por anticipado los sufrimientos por Cristo y los triunfos que seguirían.

12 Indagaban ellos queriendo saber para cuándo y para qué circunstancia lo indicaba, y se les reveló que aquel ministerio profético no miraba a ellos, sino a ustedes. Ahora, por medio de los que les trajeron la buena noticia, se lo ha comunicado el Espíritu Santo enviado del cielo. Los ángeles se asoman deseosos de verlo.

Llamamiento a una vida santa

13 Por eso, con la mente preparada para el servicio y viviendo con sobriedad, pongan una esperanza sin reservas en el don que les va a traer la manifestación de Jesús el Mesías.

14 Como hijos obedientes, no se amolden más a las aspiraciones que tenían antes, en los días de su ignorancia.

15 No, igual que es santo el que los llamó, sean también ustedes santos en toda su conducta,

16 porque la Escritura dice: "Sean ustedes santos, porque yo soy santo".

17 Además, si pueden llamar Padre a aquel que juzga imparcialmente las obras de cada uno, condúzcanse con respeto mientras estén aquí de paso;

18 porque saben con qué los rescataron del modo de vivir idolátrico que heredaron de sus padres: no con oro ni plata perecederos,

19 sino con la sangre preciosa del Mesías, cordero sin defecto y sin mancha,

20 escogido desde antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos por ustedes.

21 Por medio de él confían en Dios que lo resucitó de la muerte y lo glorificó; así la fe y esperanza de ustedes están puestas en Dios.

22 Purificados ya internamente por la respuesta a la verdad, que lleva al cariño sincero por los hermanos, ámense unos a otros de corazón e intensamente.

23 Porque han vuelto a nacer, y no de una semilla mortal, sino de una inmortal, por medio de la palabra de Dios viva y permanente;

24 porque "todo mortal es hierba y toda su belleza es flor de hierba: se seca la hierba y cae la flor.

25 En cambio la palabra del Señor permanece para siempre". Y esa es la palabra que les anunciaron.